Espiritualidad: puntos de vista (2)

Manuel J. Moreno

Podríamos decir que la palabra “espiritualidad” es muy reciente y que está, a mi juicio, revestida artificialmente de una cierta “inocencia” que me parece de dudosa garantía. Es un término diseñado, o al menos a menudo empleado para “lavar la cara” de lo religioso, al tener este último significante una notable “mala prensa” social, especialmente a partir de la Ilustración (Siglo XVIII). En principio fue un término antónimo de materialismo: materialismo vs espiritualismo. Luego se subió al lomo de la movida teosófica, también de la denominada New Age y de ciertas corrientes sincretistas, en general bastante superficiales.

Si ahondamos un poco más yo diría que espiritualidad y religiosidad son en realidad sinónimos, es decir, se refieren ni más ni menos que a la misma cuestión, esto es, a la intuición humana relativa a la trascendencia. A una realidad trascendente que aporta sentido existencial.

A partir de ahí, el hombre aterriza esta intuición y las experiencias personales e históricas de lo numinoso, religioso, espiritual o sagrado, en diferentes y específicos modos de tenerlo en cuenta en su vida cotidiana (modos culturalmente mediados), organizándose para establecer relaciones con ESO trascendente.

Dichos modos de relacionarse e interpretar y los caminos para propiciar la presencia de lo sagrado, devienen históricamente en confesiones religiosas. Por tanto, “confesión religiosa” sería una expresión análoga a organización o institución religiosa: iglesias, sectas, doctrinas (dogmas).., basadas en creencias supuestamente “reveladas”, y en interpretaciones (lecturas) acerca de dicha realidad trascendente. Las diferencias entre unas interpretaciones y otras del fenómeno religioso primario, es lo que da lugar a las distintas “religiones”, o lo que es lo mismo, a las diferentes “confesiones religiosas”. Todas ellas tratan o se interesan en origen por lo mismo: el espíritu. La verdad última de la vida.

Finalmente, yo diría que en relación al “sentimiento religioso” hay una función psíquica arquetípica, natural y esencialmente religiosa. El alma humana es religiosa por naturaleza, por así decir. Y eso es algo que nos concierne y conmueve a todos por igual, sea que nos identifiquemos con el hinduismo, el cristianismo, el islam.., o cualquier otro credo. O bien simplemente devotos de la vida, sin confesión específica. Incluso aquellos que profesan ideas materialistas tienen consciente e inconscientemente, sentimientos numinosos (de lo sagrado). Hay una dimensión espiritual inconsciente o un inconsciente espiritual e incluso reprimido, que diría Viktor E. Frankl.

Pensadores como Jung o como Ortega y Gasset reivindican la etimología del término religioso en tanto que atención esmerada y cuidadosa…, así, Ortega dice que: «religiosus quería decir “escrupuloso”; por tanto, el que no se comporta a la ligera, sino cuidadosamente. Lo contrario de religión es negligencia, descuido, desentenderse, abandonarse. Frente a relego está nec-lego; religente (religiosus) se opone a negligente».


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